Un texto para el debate.
El mismo consiste en extractos de un artículo publicado
originalmente en francés. Un estudiante de sociología, Samuel
Bouron, se infiltró durante un año en los cursos de formación de
las Juventudes Identitarias. A partir de esa infiltración ha
publicado un trabajo en el Número 54 de la revista Agone, del
que, al margen del carácter crítico de su autor con respecto al
tema tratado, se pueden extraer lecciones prácticas para la
militancia, acerca de los métodos de reclutamiento y formación,
pero también una conclusión clara: no merece la pena crear
Vanguardias si estas quedan cortadas de la gran masa popular.
EXTRACTOS DEL ARTÍCULO
ORIGINAL TITULADO: “UNA MILITANCIA DE DOBLE CARA. ESTRATEGIA DE
COMUNICACIÓN Y POLÍTICA DE FORMACIÓN DE LAS JUVENTUDES
IDENTITARIAS
RECLUTAMIENTO CONTROLADO Y RESPONSABLE
RECLUTAMIENTO CONTROLADO Y RESPONSABLE
La entrada
en los Identitarios sigue un proceso estandarizado. El primer
contacto se establece en general por mail, excepto cuando el nuevo
militante es presentado por un miembro de la organización. Un
militante es entonces designado entre los cuadros del grupo para
hacer el papel de “ padrino”, que debe verificar que las
motivaciones del candidato a afiliarse son a la vez plausibles,
coherentes y conformes a la línea política de los Identitarios1. Un
discurso abiertamente neonazi sería por ejemplo un motivo de
rechazo. Sin embargo, si finalmente me uní al grupo, me tomó algún
tiempo durante la reunión con mi "padrino" para lograr
verdaderamente la afiliación. A pesar de mis esfuerzos para aprender
cosas sobre ese grupo militante, la forma en que me presenté sin
duda fue inicialmente demasiado "institucional" y
dependiente de la imagen que las Juventudes Identitarias envían al
exterior. [...]
FORMACION DE ÉLITES
La
etapa de formación siguiente consiste en participar durante una
semana en un campo identitario que reagrupa al conjunto de las
secciones locales. Esta formación se puso en marcha en 2003 por
Guillaume Luyt y Phillippe Vardon, que fueron sus primeros
dirigentes. Su proyecto se elabora rompiendo con el amateurismo de
los movimientos nacionalistas, para los cuales bastaría esperar un
sobresalto revolucionario para conducir la insurrección y tomar el
poder, algo que recuerda la argumentación de Dominique Venner,
cincuenta años antes, en Por una crítica positiva. Según Guillaume
Luyt, “una crisis de esta envergadura no se prepara en el fondo de
una cueva, en la trastienda de un bar o de un sotobosque. El
alzamiento espontáneo y victorioso de individuos aislados no existe.
Pues antes de la insurrección debe haber no tan solo “la reforma
moral, intelectual y espiritual de algunos”—según palabras de
Maurras— sino también la constitución de una comunidad
combatiente, aguerrida, soldada e identificada por las masas. Es
precisamente en la constitución de esta comunidad de combate en lo
que trabajan, durante una semana, los participantes en el primer
campo de verano de las Juventudes Identitarias.” [...]
DETERMINAR LA IDENTIDAD
COMO GRUPO Y COMO PERSONA DENTRO DEL GRUPO [IDENTIDAD DE GRUPO]
Los
campos de los Identitarios poseen las características de lo que
Erving Goffman llama las instituciones totalitarias, es decir, “un
lugar de residencia y de trabajo donde un gran número de individuos,
colocados en la misma situación, alejados del mundo exterior durante
un periodo relativamente largo, llevan conjuntamente una vida de
clausura cuyas modalidades 2 están explícitamente y minuciosamente
reglamentadas.” Nosotros, los participantes, seguimos las
actividades programadas por la jerarquía militante, que se traducen
cada día en hacer footing durante quince minutos seguido de
estiramientos, conferencias, una sesión de boxeo, un taller práctico
(realización de material militante como, por ejemplo, fabricación
de plantillas para graffitis), y veladas nocturnas que consisten en
cantar alrededor del fuego, todo esto exclusivamente en un entorno
del cual no salimos y con unas comodidades rudimentarias. La
disciplina es militar, incluyendo un uniforme que se compone de un
pantalón corto beige y de una camiseta azul con el logo de los
Identitarios que llevamos durante toda la semana, y formando en fila
para iniciar las actividades colectivas. Todo está hecho para que
cada militante se remita totalmente a la institución y que no exista
nada más fuera de los límites que ésta ha trazado. También, en el
campamento Identitario, una multitud de rituales se suceden durante
una semana. [...]
IDENTIDAD DENTRO DEL
GRUPO A TRAVÉS DE LA REAFIRMACIÓN DE LA IDENTIDAD PERSONAL
Los
militantes que participan por vez primera rellenan desde el primer
día un cuestionario biográfico sobre su recorrido vital: la
profesión de sus padres, los diplomas obtenidos, la situación
profesional y matrimonial, pero también la experiencia militante y
los diferentes recursos movilizables en política. Es sobre la base
de este cuestionario que tiene lugar una entrevista ulterior con los
jefes de las Juventudes Identitarias, que tiene como meta trazar todo
el recorrido biográfico del individuo, hasta su compromiso
militante. El cuestionario biográfico y la entrevista tienen como
objetivo tomar conciencia de los “ tesoros” que la persona lleva
en sí y de la importancia del “combate” que ella debería
llevar. Este encuentro con los representantes de la institución es
el momento por el cual la vida de los militantes se considera que
toma un nuevo sentido, porque se les daría a ver el mundo bajo un
nuevo ángulo. Como un personaje de novela, se supone que el joven
militante descubre que él es el guardian de las tradiciones de su
país, y lleva sobre sus espaldas toda su herencia familiar, que
corre el peligro de ser destruida por la intrusión de enemigos muy
decididos, en este imaginario, a imponer una cultura “diferente”.
Todo este dispositivo se supone que produce “una auto-revelación”
en los aspirantes a los Identitarios. Siguiendo una lógica muy
conocida y ya descrita por otras instituciones totalitarias, la
fusión en un solo sitio y un solo grupo de todos los terrenos de
actividades habitualmente separadas – el recorrido familiar,
escolar, profesional, político, etc. – es para remodelar las
identidades sociales de las personas enroladas. [...] El campo
identitario aparece así como un espacio de repolitización y de
recombinación de las disposiciones sociales, donde se escenifica
permanentemente la oposición entre el mundo militante y el mundo
exterior. Los nuevos militantes sufren, por ejemplo, en los primeros
días una novatada: falsos enemigos simulan un ataque al campamento,
para ponerlos en una situación de stress. Contrariamente a lo que se
suele pensar a propósito de las “instituciones totales”, no se
llega a ser identitario al sufrir un “lavado de cerebro”. Se
aprenden algunas cosas por ejemplo sobre Dominique Venner, Alain de
Benoist o incluso Guillaume Faye, por citar figuras intelectuales que
inspiran al movimiento identitario. La doctrina no es verdaderamente
transmitida de manera explícita. Pero esto no significa que no se
aprenda nada. Los muchos rituales que adicionan la vida colectiva
transmiten de hecho una determinada visión del mundo, porque
instauran divisiones fundamentales del orden social. Se entra en una
especie de juego de roles donde los jóvenes identitarios serían
héroes, poseerían la fuerza, la valentía, la lealtad –muchas
disposiciones viriles– y entrarían en guerra contra los
“desarraigados” –aquellos que no serían originarios de la
“Europa blanca”–, aunque también contra los “bobos”
(burgueses bohemios, N. del T.) y los “rojos”, siempre situados
del lado de la debilidad física y moral. El proceso de socialización
de los identitarios siempre busca interiorizar progresivamente los
modos de clasificación necesarios para saber interpretar y
orientarse en el mundo político. [...]
EMPLEO Y NO RECHAZO DE
ELEMENTOS DE LA CULTURA POPULAR
Para lograrlo, las temáticas que
aprenden sus cuadros las sacan de la cultura popular y pueden a veces
también inspirarse en películas famosas, como Braveheart, 300, El
club de la lucha o incluso El señor de los anillos. Un campamento de
identitarios por ejemplo estuvo consagrado a la trilogía de Tolkien
en 2012, donde un trabajo de reinterpretación de la obra fue
realizado. Los militantes fueron invitados a identificarse con el
personaje con el cual sentían más afinidad. En el caso del Club de
la lucha, que les remite tanto a la novela de Chuck Palahniuk como a
su versión cinematográfica realizada por David Fincher, los
militantes parisinos de las Juventudes Identitarias se inspiran en el
“Proyecto Caos” del film para escoger el nombre de su sección:
el Proyecto Apache 2. Poco importa que la novela haga referencia
explícita al anarquismo 3, no se trata de aplicar directamente el
escenario de la película, sino sobre todo de inspirarse de su estilo
o de su estética en la construcción del movimiento político. Una
de las normas del film consiste en también en luchar desde la
primera aparición en el Club de la Lucha. En los Identitarios, cada
militante que participa en su primer campamento es invitado a luchar
el fin de semana contra uno de los suyos, alrededor de un minuto, en
una puesta en escena que recuerda en cierto modo a la película. Los
dos combatientes son situados en el centro de un ring ficticio, y los
otros militantes se reparten alrededor y envalentonan a cada uno de
ellos. El grado de violencia es menos importante que en el film y las
protecciones evitan el riesgo de sufrir heridas, pero aquellos que
participan en este rito tienen el sentimiento de pertenecer a una
comunidad extraordinaria – de no tan solo vivir su sueño de
heroísmo a través del personaje de una película, sino de
encarnarlo ellos mismos. [...]
CASAS IDENTITARIAS: EN EL
CORAZÓN DE LAS GRANDES CIUDADES
A primera vista, esta estrategia de
creación de lugares autogestionados, cerrados en sí mismos, parece
contradecir el proyecto “metapolítico” de penetrar en los mundos
cultural y político establecidos. Pero el alejamiento del mundo
operado por los Identitarios es totalmente relativo. Las Casas
Identitarias están casi siempre situadas en el corazón de las
grandes ciudades; y las secciones militantes más importantes en
número, e igualmente en influencia en el seno de las Juventudes
Identitarias, se hallan en el espacio urbano, es decir, próximas a
los lugares de poder, tanto económicos como culturales. Dicho de
otro modo, en su estrategia de toma del poder, los identitarios crean
bases de repliegue en el corazón del sistema que desean destruir. De
hecho, pese a su discurso regionalista, el movimiento identitario se
desarrolla muy poco en las zonas rurales, de modo que las prácticas
tradicionalmente presentes en estos territorios, como la caza y la
pesca, son casi inexistentes. No hemos encontrado tampoco a
agricultores. Además, los Identitarios no forman parte de la
juventud menos titulada o la más desfavorecida económicamente. La
gran mayoría de sus miembros estudian en la Universidad donde han
obtenido un diploma. Están familiarizados con una cultura científica
y no se mantienen aparte del mundo de la industria cultural (cine,
deporte, música, etc.). El rechazo a los atributos del movimiento
skinhead puede justificarse políticamente por la ideología de sus
cuadros, pero se refiere igualmente a un cierto desprecio (clasista)
hacia éstos últimos – llamados los “gogols88”. [...]
ESTILO
El código
vestimentario adoptado pretende por el contrario demostrar un cierto
“estilo”, ante todo heredera de la que presentan los estudiantes
de derecho del GUD o de los hooligans contemporáneos, más que de
las bandas nacionalistas normalmente asociadas a “matones”. Su
estilo “casual” se acerca a un determinado dandismo asociado con
un estilo deportivo, de apariencia joven e informal – por ejemplo,
calzado deportivo vintage como las Adidas Stan Smith – con una
vestimenta más tradicional y más cercana al de las clases
superiores, buscando un efecto más “elegante”. Individualmente,
los Identitarios son difícilmente identificables por un ojo
inadvertido y pueden estar totalmente fuera de sospecha de su
militancia de extrema derecha, principalmente en su medio
profesional. Algunos se divierten viendo a sus colegas, que no
conocen sus opiniones políticas, lamentarse ante ellos de las
ideologías de extrema derecha. Tal como resulta en el cambio de la
vestimenta, el estilo de vida de los Identitarios no consiste
solamente en rechazar el mundo cultural del que forman parte. Para no
quedar fuera del juego político y mediático, aceptan sus reglas,
las dominan, pero con la finalidad de reinterpretarlas para su
beneficio. A este respecto, las Casas identitarias constituyen
espacios en los cuales ellos “pueden dominar y apropiarse de los
sistemas de valores del nuevo mundo en el cual vivimos ahora”. Con
este trabajo de reinterpretación, la doctrina política de los
Identitarios no aparece casi nunca bajo su forma explícita, siempre
se deja ver en contexto, aplicada a los acontecimientos cotidianos.
Para los dirigentes del movimiento, el Campamento y las Casas
identitarias son innegablemente un instrumento de control “desde
arriba” de los militantes. Hemos insistido sobre todo en el proceso
de socialización de los nuevos llegados mediante los diferentes rituales que les constituyen progresivamente como miembros completos
del grupo, pero estos mismos rituales sirven también para
seleccionar y jerarquizar a los militantes entre ellos. El final del
Campamento marca también un determinado número de distinciones que
sirven para recompensar el compromiso de algunos durante el año que
se acaba. Los dirigentes consagran a la mejor sección y al mejor
militante. Algunos son llamados a unirse al “clan”, que
corresponde al estrato superior del movimiento. […]
JERARQUIA: A CADA CUAL
SEGÚN SU CAPACIDAD
De hecho, una separación se establece entre, por
un lado, aquellos que dirigen las secciones locales, que reciben las
informaciones por parte de los altos mandos de los Identitarios y que
toman las decisiones localmente; y por otro lado, aquellos que se
limitan tan solo a ser los “brazos militantes”. Este antagonismo
está incluso señalado por el perfil de los militantes presentes
según los tipos de manifestaciones colectivas observadas tras el
campamento de los Identitarios. Cuanto más nos acercamos a
actividades culturales, como las conferencias, que necesitan estar
sentados en una silla durante mucho rato, más el público se
restringe a un núcleo de cuadros. Por el contrario, cuanto más se
acerca la actividad a actuaciones colectivas, por ejemplo un
concierto de rock identitario francés, más el público se extiende
hacia físicos más viriles (cráneos afeitados, look skinhead,
etc.), de los que una parte constituye el servicio de orden, pero que
se mantienen a distancia del mundo mediático. Esta jerarquía no se
impone de manera mecánica, en el sentido de que se impondría
directamente desde la “base”. Controla sobre todo las
ramificaciones locales manteniendo un derecho de opinión sobre la
ocupación de los puestos que tienen acceso al espacio público y a
los medios. Mediante este sistema, los militantes menos presentables
se mantienen en la oscuridad del movimiento y, inversamente, aquellos
que toman importancia logran normalmente especializarse en un terreno
concreto: deportes de combate, música, comunicación, etc.; en
resumen, aquellos que tienen recursos para hacerse valer en los
campos mediático y político. Intentan dar una imagen contestataria
del movimiento, donde se percibe que los Identitarios están en
realidad ajustados a la estructura social del campo político,
separando ellos mismos a aquellos que disponen de recursos
profesionalizables de aquellos que no tienen. Este modo de control,
sin embargo, introduce una flexibilidad relativa, que ofrece a priori
la posibilidad de sacar lo mejor de los recursos de los cuadros
militantes y autoriza una cierta división del trabajo en el
interior de la estructura. Los lyoneses son más reconocidos por la
calidad de su comunicación, los parisinos más por su estética de
vanguardia y sus producciones musicales, los alsacianos y los de
Niza, por poner de manifiesto sus particularismos regionales. [...]
LIMITACIONES Y PROBLEMAS
DE INTEGRACIÓN
A pesar de todo, este tipo de organización presenta
también sus limitaciones. El esquema clásico de la carrera política
de los Identitarios consistiría en “hacer sus primeras armas” en
el seno de las secciones juveniles, luego inscribirse tras haber
cumplido los 30 años en el Bloque Identitario, para llevar un
combate más directamente político. En realidad, el paso de uno a
otro estado son relativamente escasos. Excepto los dirigentes, muchos
no se decidirán por estar en un partido y una gran parte de los
militantes se desinteresarán incluso de las actividades que les
hacen salir de su entorno e ir al encuentro de un público al que
convencer. Por ejemplo, cuando Arnaud Gouillon nos anuncia, en el
campamento, que el Bloque Identitario presentará un candidato para
las elecciones presidenciales de 2012 (nosotros aún no sabemos quién
es el candidato escogido), algo que abre la oportunidad de una mayor
notoriedad ante el público general, y que es una decisión tomada
sin ningún acuerdo con las Juventudes Identitarias, normalmente se
acoge con hostilidad o indiferencia más que con entusiasmo. Ya
dentro del campamento, Philippe Vardon, cofundador del Bloque
Identitario, no escondió su decepción al ver que solo algunos
militantes se presentaban en las elecciones cantonales. [...]
UNA VANGUARDIA CORTADA DE
LAS MASAS ¿SIGUE SIENDO VANGUARDIA?
En efecto, los militantes
generalmente tienen poco interés por hacer campañas. Reunirse con
los ciudadanos de su barrio para defender sus ideas, inventar
consignas, organizar acciones de sensibilización, repartir panfletos
en el mercado, hallar un gestor financiero para llevar las finanzas,
son cosas que paradójicamente forman parte del “trabajo sucio”.
Participar en el juego político implica una forma de sumisión que
lleva a perder el sentimiento de radicalismo conquistado en el seno
de un espacio anónimo, fantasioso y obediente a sus propias normas.
Es también el medio para algunos militantes de existir en la
distancia de la sociabilidad viril. Pero la mayoría permanecen
anónimos y prolongan la autonomía del campo de los Identitarios
reproduciendo este mundillo en las Casas identitarias, las carteladas
nocturnas, los conciertos, las veladas privadas e incluso los
cursillos de boxeo. El placer de pertenecer a una comunidad de acción
y de creencias se basta a sí misma. [...]
TRABAJANDO,
INVOLUNTARIAMENTE, PARA EL FRENTE NACIONAL
La eficacia política de
la estrategia de los Identitarios resulta de ese modo, por el
momento, muy limitada. La voluntad de implantarse a nivel local para
presentarse en las elecciones locales y tomar el control de los
territorios que les son más favorables no ha funcionado desde el
punto de vista electoral. Por ejemplo, la ambición de Nissa Rebela
para convertirse en la tercera fuerza política de Niza fue un
fracaso, y los candidatos de los Identitarios raramente logran
puntuaciones de dos dígitos cuando se presentan bajo esta etiqueta.
En general, los Identitarios realmente no han registrado ningún
éxito más que algunas agitaciones mediáticas y cuando se trata de
cuestión política, es principalmente el Frente Nacional quien
parece cosechar los frutos de su trabajo. Cualquier persona que
desearía hacer una carrera en la política ve pocas perspectivas de
hecho en el Bloque Identitario, mientras que al mismo tiempo, la
creación del Rassemblement Bleu Marine permite la integración de
aquellos a quienes el partido considera como los mejores elementos de
los Identitarios.
* * *
ANÁLISIS
Vemos en este
artículo de un lado una serie de elementos positivos desde el punto
de vista organizativo. No entra cualquiera, uno no se afilia
sencillamente apareciendo desde la nada. Los militantes son
seleccionados y entrevistados—el hecho de que un sociólogo que se
ajusta a los estándares vitales del movimiento (blanco, francés de
25 años y practicante de deportes de riesgo) y conoce el lenguaje de
los infiltrados haya logrado entrar en el grupo por la puerta falsa
no basta para descalificar esas entrevistas. Al reclutamiento sigue
la formación a través del ejemplo más que de los textos. El
campamento permite desarrollar una serie de intercambios y efectuar
una serie de pruebas que dejan fuera a los poco convencidos pero
también a los inestables. Podemos observar también el empleo de
formas de la cultura moderna y no su rechazo como elementos de
integración y socialización. El militante no vive en un vacío
cultural al margen de la gente que le rodea. Puede integrarse en la
sociedad que lo rodea y hablar de los mismos temas, televisión,
películas que sus amigos, pero sabe además comprenderlas según sus
ideas. Vemos, el mismo autor lo señala, que no se intenta un lavado
de cerebro de los miembros sino antes bien ponerles en contacto
consigo mismos a través de su linaje: entrevista sobre los
antecedentes familiares. Y que la formación no consistiría tanto en
el aprendizaje de una serie de textos sino de una serie de actitudes
antes los camaradas y la vida. El resultado es, o debiera ser, un
militante bien formado, equilibrado dentro de su grupo, capaz de
trabajar en equipo, dotado incluso de un espíritu de cuerpo. Capaz
también de mimetizarse en su medio ambiente. El militante aquí
descrito tiene muchas oportunidades de integrarse en la sociedad que
lo rodea. Partes, aquí no reproducidas, del artículo original
indican la desconfianza de los mandos ante los tatuajes, la búsqueda
de un aspecto formal y profesional. Y sin embargo, el grupo continua
siendo marginal dentro de la política francesa. ¿Por qué? El autor
del artículo, dentro del mismo, nos da respuesta a esa cuestión “El
placer de pertenecer a una comunidad de acción y de creencias se
basta a sí misma.” Otros grupos han creado casas en el corazón
del mundo que intentan destruir, Casa Pound en Roma es uno de los
mejores ejemplos, pero lo que diferencia a las Casas Identitarias es
que se han convertido en centros que trabajan hacia dentro, no se
saben proyectar al exterior. La creación de un cuerpo de élite,
basado en la lealtad mutua entre sus miembros y hacia unas ideas
claras, ha hecho que se desprecie primero y se abandone después un
terreno, el de la política que es por definición el del compromiso
cotidiano entre la idea y la realidad. La generación identitaria sin
serlo todavía va camino de parecerse a una secta más que a un
partido. De alguna manera, y cayendo en una comparación histórica
molesta por sus connotaciones pero en modo alguno forzada, es como si
alguien para conquistar el poder hubiera creado no una SA, capaz de
salir a la calle, sino una SS encerrada dentro de sus propios
valores. Los identitarios han sabido recrear unas ideas, procedentes
de la Nueva Derecha, de Dominique Venner, de Alain de Benoist y
llevarlas al terreno político, incluso presentarlas de forma
atractiva—realizando de pasada un gran trabajo de renovación en el
terreno de lo gráfico—, pero no han sabido explotar después el
impacto de esas ideas. Afortunadamente, o no, para ellos, existen
otras entidades, si se quiere menos puras doctrinalmente, que han
sabido explotar el ambiente creado por ellos. El amor a la tierra, el arraigo, no es algo
impostado o de fin de semana sino parte del currículo personal de
la mayor parte de los miembros de las Juventuts Identitaries y una de
sus grandes bazas en un mundo que está a la vez más descentralizado
y mejor comunicado.
¿Qué iniciativas pueden copiarse de los identitarios? Los campamentos que pueden convertirse en retiros de fin de semana, en compañía de conferenciantes. La capacidad para integrar los elementos (algunos elementos) de la cultura moderna en la vida política del grupo, lo que podría hacerse a través de cineclubs o de conferencias y con el establecimiento de una base de películas que puedan ser de interés formativo, o de una lista de libros y películas recomendados para la formación de los militantes. La renovación en lo que se refiere al empleo de los medios de comunicación modernos para crear una imagen renovada, que podría reflejarse en la creación de talleres literarios o artísticos, cursos de photoshop, quarxpress o indesign para militantes.
¿Qué iniciativas pueden copiarse de los identitarios? Los campamentos que pueden convertirse en retiros de fin de semana, en compañía de conferenciantes. La capacidad para integrar los elementos (algunos elementos) de la cultura moderna en la vida política del grupo, lo que podría hacerse a través de cineclubs o de conferencias y con el establecimiento de una base de películas que puedan ser de interés formativo, o de una lista de libros y películas recomendados para la formación de los militantes. La renovación en lo que se refiere al empleo de los medios de comunicación modernos para crear una imagen renovada, que podría reflejarse en la creación de talleres literarios o artísticos, cursos de photoshop, quarxpress o indesign para militantes.
Notas
1 El artículo original
incluye una descripción de la entrevista en la que el “padrino”
trata de determinar el origen e intereses del presunto recluta, así
como de las medidas de seguridad antes de la entrevista en territorio
neutral.
2 Alusión a la situación
de los europeos dentro de algunos barrios de París, donde se sienten
como Apaches en una reserva, pero también recuerdo de una subcultura
juvenil urbana, específicamente parisina, los Apaches, de principios
del Siglo XX.
3 Inexacto. The Fight
Club, la novela más que el film admiten algunas lecturas anarquistas
pero no mencionan explícitamente el anarquismo. Por otra parte el
sistema organizativo que presenta la novela, organizado en torno a un
jefe carismático, reafirmador de las virtudes masculinas perdidas a
lo largo del Siglo XX, difícilmente se ajusta a las ideas del
anarquismo moderno.
Más información sobre
los Identitarios
Juventudes Identitariaswww.generation-identitaire.com/
Bloque identitariowww.bloc-identitaire.com/
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