Voy
poco al centro de Barcelona, demasiada gente, demasiado turista,
precios altos para atender al turista, en realidad para sangrarle...
pero por lo menos la arquitectura es fabulosa y si sabes donde ir
encuentras un pasado glorioso, hermoso... las columnas del Templo de
Augusto, el Cristo de Lepanto, el patio del Archivo de la Ciudad de
Barcelona en la casa del Arcediano, els Quatre Gats con su decoración
fuera de lugar, que sugiere cualquier cosa menos la Barcelona
Noucentista, las murallas romanas (ahora es más fácil acceder a
ellas) que rodean el barrio gótico... Vamos, que está muy bien.
Hoy
he tenido que ir al centro, a cobrar una traducción y en lugar de
volver a casa he decidido darme un paseo. En una de las calles
cercanas a la Plaza de San Jaime hay una vieja tienda de libros de
segunda mano que lentamente se está reconvirtiendo en tienda para
turistas... Ahí he sido testigo de uno de los diálogos para besugos
más torpes que he visto y oído en bastante tiempo. De un lado dos
turistas asiáticas, japonesas, o chinas, o algo así, que eran la
parte seria del diálogo –los diálogos para besugos son más
divertidos cuando una de las partes se comporta seriamente—y del
otro el dependiente/administrador/propietario (probablemente
propietario) de la misma.
Ellas
querían una guía de Barcelona en español... y ya tenían una en la
mano, y preguntaban en un inglés más que aceptable si aquella guía
estaba en español... Él lo negaba en su cerrado catañol, esa
mezcla urbana de catalán y español que carece de la ligereza
mediterránea del catalán y de la cortante elegancia del castellano
(como podéis ver por esta frase me estoy preparando para escribir en
sitios serios y pedantes)... El propietario/dependiente/todo-lo-demás es también
un nacionalista catalán y se indigna ante la simple idea de que el
castellano sea llamado español... pero su problema es que no habla inglés,
ni francés, ni español (perdón castellano), y me atrevería a
decir que ni siquiera su catalán es particularmente bueno... Vamos
que no es Josep Pla en ningún sentido (debe joder eso de que el
mejor escritor catalán contemporáneo no sólo no fuera nacionalista
catalán sino que además fuera franquista)... Como no sabe hablar hace lo que todos aquellos que no saben hablar hacen cuando tratan de hacerse entender: levanta la voz para decir NO ESPAÑOL (o tal vez NO ESPANYOL), CASTILIAN... lo que evidentemente no resuelve ninguna duda cuando no se puede pasar de ahí.
Al cabo de tres o cuatro minutos de discusión, las japonesas se van con las manos vacías. El dependiente/saboteador-de-su-propio-negocio se queda sin venta. La guía que no ha querido vender como española lleva claramente escrita la palabra español en portada. Las turistas han aguantado lo que han podido. Él ha logrado una pequeña victoria para el nacionalismo catalán frente al imperialismo cultural madrileño, que de forma absolutamente injusta nadie incluirá en ningún libro de historia, y, de paso, dejado de vender quince euros... El propietario chino de la tienda para turistas de la esquina siguiente, que tiene esteladas separatistas, banderas españolas con y sin toro, sombreros cordobeses y mexicanos, y horribles ceniceros pseudo-gaudinianos de cerámica que invitan al vandalismo, sí ha vendido esos quince euros. Dos o tres minutos después de salir de la tienda del nacionalista he podido ver a las japonesas—sí debían ser japonesas porque el vendedor es chino y están hablando con él en inglés— comprando exactamente la misma guía de Barcelona.
Al cabo de tres o cuatro minutos de discusión, las japonesas se van con las manos vacías. El dependiente/saboteador-de-su-propio-negocio se queda sin venta. La guía que no ha querido vender como española lleva claramente escrita la palabra español en portada. Las turistas han aguantado lo que han podido. Él ha logrado una pequeña victoria para el nacionalismo catalán frente al imperialismo cultural madrileño, que de forma absolutamente injusta nadie incluirá en ningún libro de historia, y, de paso, dejado de vender quince euros... El propietario chino de la tienda para turistas de la esquina siguiente, que tiene esteladas separatistas, banderas españolas con y sin toro, sombreros cordobeses y mexicanos, y horribles ceniceros pseudo-gaudinianos de cerámica que invitan al vandalismo, sí ha vendido esos quince euros. Dos o tres minutos después de salir de la tienda del nacionalista he podido ver a las japonesas—sí debían ser japonesas porque el vendedor es chino y están hablando con él en inglés— comprando exactamente la misma guía de Barcelona.
¿Moraleja?
Nunca he pretendido que mis estampas la tengan... Podría decir que
ser separatista conducirá a ese hombre a la ruina... pretender incluso que
esta imagen es la de una Cataluña que se encierra sobre sí misma,
es incapaz de hablar con los demás y/o comprenderlos y se va al carajo... Pero no: es
sólo una estampa real sobre un pobre tipo que incluso antes de ser
nacionalista-soberanista-separatista no debía ser muy listo.
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