sábado, 27 de diciembre de 2008

El capitán Dorry y Blackshirt. El pulp inglés de entreguerras II


“Ayudo a los héroes que no pueden ayudarse a sí mismo. Les doy la ocasión de recuperar algo de los que robaron y engordaron a costa suya, que hambrearon a sus familiares mientras ellos luchaban, que fumaban en sus clubes privados y confiaban en que la guerra nunca se acabaría.” Al final de la Gran Guerra, después de ser desmovilizado, el Capitán Dorry es invitado por un perista, Fewgin, para unirse a su banda de ladrones de guante blanco, compuesta por veteranos desmovilizados que roban, de “esos vampiros que ganan dinero con las guerras, y especulando siguen haciendo dinero en la paz.” Fewgin lo tiene claro, aunque no tan claro como para pasar del gesto personal al gesto revolucionario… Fegwin no roba a gente inocente pero roba para beneficio propio y ha creado una banda que puede parecerse al Black Gang de las novelas de Bulldog Drummond en su aspecto, e incluso en sus motivos, pero no en los fines.
En el primero de los cuentos del Capitán Dorry roban a un tipo que ha hecho una gran fortuna vendiendo conservas en mal estado al ejército durante la guerra, un tal Isaac Sheintz (adivinad a que grupo étnico religioso pertenece… efectivamente, no es anglicano…). Sheintz ha comprado un collar de perlas para la hija de una vieja y arruinada familia inglesa con la que quiere casarse para poder entrar en sociedad y Dorry lo roba y le da el resultado de su venta al empobrecido, pero decente, chico al que la chica de la vieja, y empobrecida, familia inglesa ama para que puedan casarse. Cursi, sí… pero dentro del espíritu de la época. El Capitán Dorry solo apareció en cinco cuentos antes de desaparecer en 1921. Otro veterano que añoraba el campo de batalla, no sabemos nada más de él, si fue por el camino correcto, y al Action Party, o por el camino incorrecto y a los Black and tans.

Blackshirt estuvo más tiempo en los kiosquillos de las estaciones. Apareció por primera vez en 1924 gracias a Bruce Graeme y por última en 1969, por obra de Roderik Graeme, tuvo antepasados (un tal Monsieur Blackshirt fue mosquetero) y un hijo, Lord Blackshirt… Y nada de confusiones… en 1924 todo el mundo sabía ya lo que era una camisa negra, incluso los autores de pulp despistados. Blackshirt vestía de forma extraña “no usaba chaqueta, tan sólo una camisa suave y negra, y una corbata negra, no muy distinta a la usada por los fascistas.”

Los diálogos de las novelas son igualmente reveladores.

--Blackshirt. Suena como a fascista.- dice un personaje.

El policía que investiga el caso, un tal Marshall, responde.

--Va por el mal camino, o eso me temo, caballero, ya que los Fascisti son gente de ley y orden y Blackshirt es responsable de numerosos asuntos que son claramente ilegales.

Frase de ojiva múltiple, polisemica en la jerga crítica actual, que permite a un tiempo elogiar al fascismo y distanciarse del mismo sin criticarlo.

Blackshirt comparte las víctimas de Dorry, ricos industriales enriquecidos en la retaguardia. Hasta la guerra había sido tan sólo un ladrón y un carterista pero cuando se alisto la guerra le trasformó, tal vez porque el autor, como buena parte de la sociedad inglesa de aquel momento, creía en el valor redentor de las armas y en el servicio militar como en una escuela de ciudadanos. Nueve meses después del armisticio de 1918 nacía Blackshirt, que ya robaba sobre todo para mantener en tiempos de paz la excitación del combate. Con el paso de los años, y a medida que el fascismo dejaba de ser para la desinformada opinión pública inglesa una especie de conservadurismo armado para pasar a ser una especie de bolchevismo nacional, tan subversivo como el de los comunistas, Blackshirt y su autor dejarían de hacer comentarios hasta convertirse en otros personajes perfectamente anodinos de la literatura juvenil inglesa, aunque de cuando en cuando los rasgos de los banqueros o industriales saqueados fueran menos arios que los del común de los ingleses.

Así, el soldado desmovilizado y patriota, el hombre rebelde de otras partes de Europa fue convertido, en la excéntrica sociedad inglesa, en un personaje literario juvenil absolutamente inocente… Y sin embargo en ese mismo periodo Chesterton escribió una novela claramente prefacista que pocos reconocen como tal, precisamente porque trata de ideas y no de camisas de tal o cual color, El retorno de Don Quijote, sobre la que ya escribiremos… mientras que en Francia un veterano, Roger Vercel, escribe una gran novela, que será debidamente comentada, sobre los soldados y el honor, Capitaine Conan, basándose en su propia experiencia militar como soldado francés en los Balcanes...

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