Algunas
palabras con las que podremos encontrarnos en política
Activista/militante.
El activista es un militante comprometido con su causa. No hay que
confundir el activismo con la mera gesticulación revolucionaria. El
activismo no tan sólo es moverse mucho, sino saber hacerlo de forma
disciplinada en una dirección clara y con un objetivo definido. El
militante nacionalista está siempre movilizado. La revolución es su
segunda profesión. Educado, educa sucesivamente a los que le rodean,
comunica su entusiasmo. En su papel de oganizador, debe hacer todo
desde la nada más absoluta.
Agente provocador.
No es necesariamente un agente pagado por el gobierno, pero sus
actividades van siempre en el mismo sentido que el de los agentes del
gobierno: provocar diferencias dentro de un grupo, introducir
disensiones, animar a cometer actos ilegales porque, nos recordará,
estamos contra la legalidad vigente. El agente provocador trata
siempre de organizarse al margen de los líderes oficiales del
partido, suele emplear un lenguaje super revolucionario y resumir
problemas complejos de la forma más sencilla posible... En momentos
de tensión contra el Estado, o contra grupos contrarios, puede
parecer muy seductor resolver todo de forma sencilla, y normalmente
violenta. No nos dejemos vencer por la tentación: cuatro cristales
rotos no son una revolución, a menudo no son ni una algarada pero sí
pueden llegar a ser una ficha policial, y una ficha policial te
acompañará toda la vida.
Análisis. Algunos
piensan con el corazón, otros con el estómago, pero nosotros como
nacional revolucionarios tenemos que pensar con la cabeza. No siempre
es fácil. Demasiadas veces nos dejamos llevar por el primer
instinto, que además suele ser justo, o al menos debería serlo
entre personas sanas. Pensar como revolucionario implica toda una
serie de procesos. Debemos tener en cuenta que un análisis no es una
lista de deseos: debemos tener en consideración no sólo nuestros
deseos y nuestros derechos sino también la forma en que estos son
vistos por otras personas. Debemos aprender a distinguir entre
factores objetivos y subjetivos. Y por regla general podemos decir
que son factores objetivos aquellos que nuestra voluntad no puede
afectar directamente y factores subjetivos aquellos que dependen
directamente de nuestra voluntad. A medida que nuestras fuerzas
crezcan esos factores cambiaran: para nosotros la economía es un
factor objetivo, para la gran banca o para los dirigentes de los
grandes entes sindicales o empresariales, aunque po motivos
distintos, es un factor subjetivo que pueden alterar. Un análisis
político tiene que tener en cuenta la historia, el pasado, el
carácter de nuestros partidarios y el de nuestros enemigos,
elementos que pueden variar de un día al otro y otros que permanecen
a lo largo de la historia. En cualquier caso el análisis es el paso
previo de cualquier acción.
Autocrítica. De
cuando en cuando es necesario hacer un análisis de conciencia y
asumir que al margen de la acción de nuestros enemigos, algunas de
las cosas que no nos han salido bien pueden ser culpa propia.
Examinemos nuestros errores de forma regular hasta que sepamos porque
tal o cual plan no ha salido bien. No señalemos faltas ajenas hasta
ser consciente de las propias.
Burgués.
Originalmente el burgués era el ciudadano del burgo, la ciudad libre
de cargas señoriales. Con el paso de los siglos esa denominación ha
degenerado hasta definir al hombre apartado tanto del campo y el
trabajo manual, como de las tareas de la religión y la guerra. El
hombre desarraigado para el que el oro es superior al honor, la
ciudad al campo, el mundo sin raíces a la identidad, capaz de
sentirse cómodo en cualquier parte pero nunca realmente parte de
ninguna, que se convierte en el personaje central de la historia
desde la Revolución Francesa hasta nuestros días. Oportunista y sin
principios que vayan más allá de sus intereses, su terreno político
cubre todo el amplio espectro que va desde la socialdemocracia hasta
el conservadurismo.
Clique. De la misma
manera que la casta es la parodia de la aristocracia, la clique o
camarilla es la caricatura del grupo de dirigentes. Un grupo de
mandos tiende a cooptar a los mejores para ingresar en el mismo. Es
lo propio de las camarillas promover únicamente a aquellos que
carecen de espíritu crítico. La camarilla aisla al mando de los
militantes y a estos de la toma de decisiones haciendo imposible el
crecimiento de un partido. Tiende a cerrarse y a protegerse de toda
influencia exterior.
Comité ad hoc. Se
trata de un comité creado para resolver una situación concreta
dentro o fuera del partido, al que pueden unirse miembros ajenos al
mismo para trabajar en la resolución de un problema común. Los
comités de este tipo son buenos para añadir gente nueva,
concienciarla a partir de un caso concreto sobre los fallos del
sistema en conjunto.
Cuadro/responsable/mando.
Tres palabras que, con los necesarios matices, se corresponden con
una misma realidad. Es precisa una estructura de mando continua, no
improvisada, que dé continuidad al trabajo del partido y lo haga
posible. Cuadros y mandos son casi lo mismo: gente que trabaja con
otra gente y la da órdenes, o por lo menos orientaciones. Un
responsable puede ser un miembro del partido que dotado de alguna
capacidad especial pueda trabajar y ser responsable de forma autónoma
de un aspecto u otro de sus actividades sin tener necesariamente
mando sobre sus militantes. En grandes estructuras jerárquicas es
posible nombrar mandos, en pequeños grupos los mandos suelen surgir
de forma natural entre los militantes más dotados de capacidad de
mando, o incluso de valor personal. Corresponde al partido convertir,
mediante la educación continua, a esos mandos surgidos de forma
natural en cuadros capaces de trabajar en una estructura mayor.
Crítica
constructiva. Nada te hace sentir mejor que la adulación y el
elogio. Cualquiera puede adularte, sólo tus auténticos amigos te
criticarán cara a cara para ayudarte a trabajar mejor. Hablar mal de
alguien a sus espaldas, incluso si se tiene razón, no es una forma
de crítica constructiva; insultar a alguien en publico por sus
errores, tampoco; y aunque, a veces, un insulto en privado obliga a
una persona a replantearse su forma de actuar, tampoco eso es una
crítica constructiva. La crítica constructiva ayuda a mejorar los
planes, e incluso a acercar a los camaradas, siempre que sea, ante
todo educada, informada y sincera y se le comuniqué cara a cara al
criticado.
Disciplina. La
disciplina no es lo contrario de la espontaneidad sino lo opuesto a
la desorganización. En grupos como el nuestro es ante todo una
cuestión de tipo interior, es libremente aceptada, supone el aceptar
perder parte de nuesta autonomía personal en favor de un esfuerzo en
común.
Dogmático.
Dogmático no es el que defiende el dogma, sino aquel que lo eleva a
la categoría de intocable, al margen de la situación objetiva y
subjetiva del momento. El dogmático está a tan sólo un paso de
distancia, fácil de recorrer, del sectario.
Entrismo. El
entrismo es esa táctica grupuscular por la que un grupo de
militantes sin organización, aparentemente incapaces de crear una
propia, tratan de entrar y hacerse con el control de otro grupo ya
existente. Tiene algo de parasitario. Si el grupo en el que se entra
tiene ya nuestras ideas, ¿no es mejor unirse a él sinceramente? Si
no las tiene ¿qué ejemplo estámos dando a nuestros militantes
ocultando nuestras ideas a cambio de usar un local o una
fotocopiadora? Incluso si se logra el control de ese grupo ¿qué
sentido tiene controlar un grupo que no puede confesar abiertamente
sus ideas?
Estado. Maltratado
por muchos, antes desde la izquierda y ahora desde la derecha
globalizadora y capitalista, no debemos olvidar que el Estado surge
de la sociedad, como forma de organización que incluso en sus peores
momentos trata de organizar a la misma como conjunto, mientras que el
nuevo dios del Mercado que ahora se alza contra el mismo, es fruto
del capitalismo, que incluso en sus mejores momentos—si ha tenido
alguno—necesita de la explotación del projimo. Debemos defender el
Estado del bienestar como baluarte de las libertades de la sociedad
contra el Mercado, defensor de los intereses de la minoría
capitalista.
Frente. Aunque
algunos partidos se llamen frente o empleen esa palabra en su nombre,
los frentes propiamente dichos, incluso cuando no emplean ese
término, son agrupaciones de partidos unidos en torno no a
necesariamente a una ideología sino como respuesta a un problema
único. Lo propio del partido es articular a una masa militante en
torno a una ideología claramente definida. Lo propio del Frente es
unir a una serie de grupos diferentes en torno a unas pocas ideas, o
incluso en torno a una única idea. Los partidos son instrumentos de
trabajo a largo plazo, un frente se crea necesariamente con fecha de
vencimiento.
Infiltracion.
Parecido al entrismo pero existiendo una organización política
propia que puede aprovecharse de la entrada de algunos de sus
militantes en una organización ajena. La infiltración puede tener
por fin el espionaje, el sabotaje y, sobre todo la manipulación de
los elementos del grupo infiltrado.
Masa. La masa no es
el pueblo sino el pueblo desorganizado. Cuando los funcionarios de
los partidos del sistema burgués hablan de ir a las masas, se
refieren a buscar su voto. Cuando los militantes de los partidos
nacional revolucionarios hablan de ir a las masas se refieren a
organizarlas, arrancarlas de su estado amorfo y convertirlas en un
grupo organizado, con conciencia propia. Para los partidos del
sistema la Masa es buena, para los partidos de la revolución la Masa
el algo que hay que superar.
Organización
paralela. Puede llegar el momento en que el partido necesitará
desarrollar actividades, no necesariamente ilegales, que no le
convenga por uno u otro motivo, declarar como propias: desarrollar
actividades comerciales que le permitan conseguir fondos, organizar
frentes culturales o sindicales, crear sociedades informativas, que
estando de acuerdo con las ideas del partido, o incluso sin
mencionarlas, trabajen para el partido sin emplear sus siglas o su
nombre. Los comunistas franceses fueron maestros en la creación de
sociedades comerciales con los países del bloque oriental, los
comunistas españoles estuvieron detrás de varias editoriales de
tipo científico que nunca publicaron ni un sólo libro comunista
pero que con la publicación de los manuales de la Academia de
Ciencias de la URSS crearon un ambiente favorable hacia la Unión
Soviética en círculos académicos.
Partido. Llámese
como se llame (Frente, Movimiento, Organización), el partido es la
estructura desde la que se trabaja en política, se participa y se
influye en la vida de la comunidad organizada. Existe una desgraciada
tendencia a la dispersión dentro del llamado área nacional en
España, que pretende que mil iniciativas independientes pueden
suplir a la labor de un partido organizado. Lo cierto es que es el
partido organizado, como voluntad de la militancia consciente, el que
debe organizar las iniciativas independientes, jerarquizarlas,
someterlas a un plan concreto de trabajo y acción. El partido no
tiene por que ser un aparato electoral, tiene sin embargo que ser un
aparato centrado en torno a una doctrina, dotado de unos mandos
claros, una militancia obediente y un plan concreto.
Política. Muchos
militantes nacionalistas rechazan la politica, confundiéndola con
esa cosa decadente que ha llegado a ser en las democracias
Occidentales. La política es la participación en la vida de la
comunidad. Existe allá donde existen hombres libres y no subditos.
No debe asustarnos a pesar de que a veces traiga consigo compromisos.
Aunque la acción cultural o social sean importantes para defender
nuestra identidad y nuestro pueblo, sólo la acción política, que
afecta a la forma del Estado e influye sobre la misma es el paso
previo necesario para la Revolución.
Propaganda. El
activista es un propagandista. La propaganda el principal de los
medios de llevar nuestras ideas al gran público. Debemos ser claros,
debemos ser honestos, debemos decir la verdad y hacerlo de tal manera
que esta no sólo sea fácil de entender sino incluso agradable. Para
ello deberemos conocer los medios de comunicación de masas y
deberemos oir las respuestas recibidas.
Pueblo. Muchas
veces las necesidades de la política, los límites de la doctrina,
nos impiden recordar que el pueblo lo componen todas las clases
sociales activas de la nación, no tan sólo una clase política o
social. Sin perder de vista que unos grupos pueden ser ver como más
atractivo nuestro mensaje, no debemos olvidar que nuestro objetivo es
crear una comunidad popular en que gente de todos los orígenes
puedan caber. Deberemos hablar con todos.
Reformismo. El
reformismo consiste en intentar cambiar puntos concretos de un
sistema en la esperanza de que este podrá con ello superar sus
problemas, Por ejemplo, los partidos reformistas buscan curar los
síntomas mas evidentes de decadencia de un sistema, no los problemas
subyacentes en este. Así algunos grupos reformistas atacan el
terrorismo, no las causas de insatisfacción social que dan lugar al
mismo; la corrupción de uno o varios partidos en casos concretos, no
el sistema de partidos actual.
Revolución. Una
revolución es el cambio total de todas las instituciones sociales y
para el gobierno de un Estado. En contra de lo que algunos pretenden
no es necesariamente un gesto violento, aunque pueda llegar a serlo.
La revolución es a menudo confundida con el periodo revolucionario y
de cambio de poderes que la precede. Nada más lejano de la realidad:
la revolución no concluye con la toma del poder sino que empieza con
la misma, cuando a través de leyes se estabiliza e institucionaliza
ese cambio y la sociedad, renovada, comienza a trabajar.
Revolucionario.
Revolucionario es el que hace la revolución, no el que habla sobre
la misma. Hay muchas formas de ayudar a la revolución, las más
básicas son la construcción del partido revolucionario, porque no
hay revolución sin partido revolucionario; y la elaboración y
puesta al día de una teoria y una práctica revolucionaria, porque
la revolución no deberá ser improvisada. La función del
revolucionario podrá cambiar a lo largo del tiempo, no es lo mismo
organizar un partido que llevarlo al mundo real, a la calle, no es lo
mismo estar en la calle que compartir las instituciones con nuestros
enemigos, ni es lo mismo participar de las instituciones, aunque sea
para destruirlas, que crear un nuevo estado. Es lo propio de
revolucionario saber en que momento de la revolución se encuentra,
pensar en el bien del grupo antes que en la ambición propia y
aceptar sacrificar parte de sus propias ambiciones e incluso libertad
por el bien del grupo.
Revolucionarismo.
Si la revolución es la transformación real de la sociedad mediante
el cambio de las instituciones que la gobiernan, el revolucionarismo
no es a menudo sino una pose. El revolucionario hace la revolución
día a día, el revolucionarista se cree obligado a hablar de ella de
forma constante, tanto más constante cuando menos trabaja por la
misma. Es lo propio del revolucionarista abrazar la postura más
radical, incluso cuando esta te corta de las masas a las que dice
buscar o representar, escoger siempre el lenguaje más conflictivo,
las expresiones más extremas. Querer correr y quemar etapas antes
incluso de poder andar. El revolucionario puede hablar pero incluso
mientras calla trabaja, el revolucionarista desaparece en el momento
de callarse porque nunca ha sido nada más que palabras.
Sectarismo. En un
momento dado un grupo, no importa de que tamaño, decide que tiene la
verdad y que no necesita al pueblo. Que de hecho se siente más
cómodo en la certeza absoluta que le da el hablar sólo a sus amigos
de sus ideas, en lugar de discutirlas o compartirlas con el resto de
la masa, que sus ideales son demasiado altos para que el vulgo los
acepte o incluso conozca. Ese grupo, no importa como se llame, pasa
de ser un partido, o incluso una entidad política de cualquier tipo,
a ser una secta. Hay sectas en los grupos más extremos de la
sociedad. Nadie es sectario dentro del liberalismo, que es un sistema
de intereses y no de ideas, pero suelen darse entre trotskistas,
maoistas urbanos europeos, y, por desgracia, entre nacional
revolucionarios. Es propio del sectario preferir las ideas a las
realidades y olvidar que una idea, incluso buena, incluso pura, sólo
sirve si ayuda a cambiar la realidad.
Seguidismo. Existe
la tentación de ser el más revolucionario y para ello seguir el
ejemplo de aquellos grupos que estando en otra trinchera distinta a
la nuestra, y a menudo incluso en la de enfrente, percibimos como
revolucionarios y líderes de masas; el creer que adoptar un lenguaje
pseudo izquierdista bastará para lograr liderar las masas de
izquierdas, ahora que ni siquiera las izquierdas lo hacen. Seguidismo
es seguir tendencias marcadas por otros grupos en la esperanza de que
como a ellos parece irles bien a nosotros nos irá mejor.
Simpatizante.
Muchos grupos desprecian al simpatizante. Y el simpatizante nunca
estará a la altura del militante pero el militante, salvo que actúe
dentro de una secta y no un partido, necesita del simpatizante. El
simpatizante le mantiene anclado dentro del mundo real, le ayuda a
pasar sus ideas al resto de los ciudadanos y ayuda a difundirlas. Los
militantes pueden ser ex militantes, que comprenden bien lo que es el
compromiso, pero también gente que llegando desde distintos campos
ayuden dando su apoyo, simpatía y/o dinero a los militantes y al
partido. No pueden controlar el partido, ni debe hacérseles caso
fuera de sus áreas de especialización, pero sin ellos el partido
rara vez puede abandonar el espacio grupuscular.
Sistema. El
conjunto de las fuerzas e instituciones, legales, paralegales e
incluso ilegales que conforman el régimen en el poder. El sistema
incluye necesariamente al Estado y sus instituciones, a sus élites
administrativas, comerciales y bancarias. Adoptemos lo antes posible
la única actitud posible frente al Sistema: la hostilidad: existe un
NOSOTROS, al que debemos unir cada vez más y más ciudadanos hasta
que dentro de ese NOSOTROS puedan sentirse incluidos no tan sólo los
nacional revolucionarios sino todos hombres y mujeres de bien, y un
ELLOS y no puede haber tratos entre NOSOTROS y ELLOS.
Vanguardia. La
palabra vanguardia alude a ese grupo que lidera las iniciativas
sociales y políticas desde el frente; el formado por los primeros
que han descubierto una nueva idea o al menos su necesidad. La
palabra Vanguardia implica también otro término: masa, pueblo,
seguidores. Que en nuestro deseo por ser los más avanzados no
olvidemos nunca que estamos en combate no para ser los más avanzados
sino para dirigir al pueblo. No es fácil compaginar el ser un
movimiento de vanguardia con el ser un movimiento popular. Exige
claridad en las ideas, los objetivos y las acciones.
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